Documental Tiburones de México
Materializando un sueño
Hoy les quiero compartir cómo logré,
junto con mi gran equipo, materializar el sueño del documental “Tiburones de
México”.
Tener una idea clara de lo que quieres
hacer, tener pasión y amor por aquello que quieres lograr, fueron el primer
paso para materializar el sueño.
Si no tienes estos ingredientes, a la
primera complicación que se te presente, desistirás fácilmente en el intento.
En mi caso se juntaron dos elementos muy
importantes: el amor que tengo por mi país, México, con la pasión que tengo por
los tiburones; esta combinación de ambos me motivó a querer demostrar que
México es un santuario de tiburones a nivel mundial, y la mejor manera para
mostrarlo era por medio de un documental.
El segundo paso, una vez que decidí mi
objetivo, fue ver con qué capital humano contaba para poder lograrlo. Debido a
que yo no era documentalista busqué rodearme de la mejor gente en el tema,
desde biólogos, videógrafos, guionistas, etcétera, con la finalidad de
contar con el personal indicado para tener éxito en el proyecto.
Ya que teníamos la idea, el personal y la
pasión para lograr que este sueño se hiciera realidad, comenzamos a realizar
una ruta crítica contemplando a qué lugares iríamos a filmar, qué especies
documentaríamos, los tiempos de edición, considerar el que costo que tendría el
proyecto y las posibles ventanas comerciales para venderlo.
Con todo armado y listo en una carpeta,
sólo faltaba conseguir un socio que pusiera el capital y que nos ayudara con la
comercialización y venta del documental. En nuestra mente sabíamos que el proyecto
era tan prometedor y seductor por la propia naturaleza de los tiburones, por lo
que no nos costó mucho trabajo conseguirlo.
El siguiente paso fue comenzar la
aventura y lanzarnos a la expedición soñada. Empezamos a filmar en diferentes puntos
del país con mucho éxito; recibimos apoyo de los proveedores de servicio, de
las autoridades y de la gente que estaba alrededor de este proyecto Paul
Spielvogel, Becky Kagan, Héctor Salgado y el doctor Mauricio Hoyos. Todo era soñado
y encaminado a ser un éxito.
Al menos eso creíamos. Cuando comenzamos
un proyecto, nuestro optimismo y las ganas de que todo salga bien nos llevan a
cegarnos y a no prever los imprevistos y problemas que puedan surgir en el
camino. En el nuestro caso comenzó con la falta de algunas especies de
tiburones, siguió con problemas entre miembros del equipo y el peor de todos:
la falta de capital para continuar pues el socio capitalista se bajó a la mitad
de proyecto. Sentir cómo se desmoronaba mi sueño nos tenia muy desmotivados y
desanimados.
Imagen: Paul Spielvogel
Todo esto sin mencionar los celos de
otras organizaciones que hacían hasta lo imposible por hablar mal de lo que
estábamos haciendo, logrando, inclusive, poner en nuestra contra a gente que
había colaborado y apoyado el documental en un principio.
Al principio de este artículo les hablé
de que si vamos a hacer algo lo hagamos con pasión y con amor, ya que en mi
caso, de no haber tenido ese motor, seguramente después de todos los problemas
e inconvenientes hubiera tirado la
toalla, pero mi sueño fue tan grande que tuve que replantear otros caminos y decidí
seguir adelante.
Precisamente, para replantearnos un
sueño, es importante hacer una pausa y quitarnos la venda que nos ciega de ver
otros caminos por donde podemos ir. Lo que hice fue analizar dónde estaba
parado y me di cuenta de que estaba tan cerca de plasmar mi obra maestra y solo
había que dar el ultimo empujón; así que con lo que ya habíamos logrado fui en busca
de nuevos aliados que quisieran seguir conmigo hasta el final.
Finalmente, después de más de 36 meses de
duro trabajo, de altas y bajas, y sobre todo de maravillosos momentos llegamos
con Tiburones de México al festival de cine más importante a nivel mundial en
cuestiones del océano y conservación: el Blue
Ocean Film Festival.
Ahí, fuimos finalistas en dos categorías
y ganamos una mención honorífica en otra.
Este día se materializó el sueño y en lo
personal creo que es un gran legado para mis hijos y para las generaciones
futuras.
Haberlo concretado me deja más que
contento y satisfecho.
Actualmente “Tiburones de México” sigue
siendo proyectado en varios lados, con gran aceptación, y me ha abierto muchas
puertas dentro de un grupo selecto y prestigiado de documentalistas, fotógrafos
y gente que ama a los tiburones.
La enseñanza más grande que me ha dejado
es darme cuenta de lo importante que es confiar en ti para lograr un objetivo
que te propones, también me dejó claro que no hay camino fácil y entre más
grande el reto más grande serán los obstáculos a sortear y por último es que
las cosas hay que hacerlas con pasión y amor.
Y nos olvidemos que: “Lo más importante
no es llegar al destino sino disfrutar el camino”
Gerardo del Villar
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